…Y el miedo en la de todos. Una novela negra de Leticia Conti.

Melindres y medias tintas nada tienen que ver con Leticia Conti Falcone. Su literatura no nos regala paisajes a la acuarela y tampoco sirve para componer asuntos de escayola. No es una literatura cosmética la suya, sino una literatura visceral y que busca con denuedo el hueso de las situaciones, pues a Leticia lo que mayormente le interesa es ver las cosas por dentro; no es persona que quede conforme cuando le muestran el chasis del muñeco, ella necesita ver sus engranajes ocultos, y es que como decía San Agustín: adentro es donde mora la verdad del hombre. Y a Leticia no le vale otra cosa que no sea la verdad, con su luz calcárea que hiere, con esa virtud descalabrante que tienen las cosas tomadas en crudo.

Los viejos libros aseveran que cuanto mayor es la ciencia, mayores son el dolor y el enojo, pero esto a Leticia no le importa lo más mínimo, ella quiere siempre llegar al fondo, pisar el último escalón, sorber la copa hasta la hez, ver qué misterios pueda haber detrás de un rostro cualquiera. Leticia escribe en un lugar que tiene algo de studiolo y algo, también, de capilla; es la suya una actividad in extremis. Arriba: el ajetreo, la vida mundana, el tintineo de los cristales, la conversación y el ruido; Abajo: la soledad que fructifica, la sintonía feliz con el verbum cordis, la oreja puesta sobre los rieles del alma por ver qué clase de locomotora se aproxima. La escritura es para Leticia un lujo necesario. Lujo porque el arte solo nace de la exuberancia y nada puede esperarse de los secarrales en estas lides. Necesario porque, sin ella, una buena parte de la expresión de su persona quedaría en conato y la escorrentía turbia no hallaría su natural desaguadero. A menudo las regiones miasmáticas se purgan con tinta y papel; es el caso. Leticia explora en su obra los motivos elementales, esos que nunca pasan de moda porque son constitutivos del hombre, su misma esencia. La literatura de Leticia es por lo tanto una literatura in abysso, subterránea, dolorosa, una literatura que no se arredra a la hora de mostrarnos las situaciones más terribles. Su última obra: …Y el miedo en la de todos, da un paso más en esta querencia de la autora por dibujar la fisonomía de los espacios interiores. En efecto, el miedo está, como Dios, como el Diablo, en la casa de todos, armando tropelías, rompiéndonos el eje, escurriéndonos el norte a la chita callando, llevándonos por caminos que huelen a turba quemada y a polvo.

…Y el miedo en la de todos es una novela policíaca, sí, pero es más que esto, porque aquí los hechos siempre tienen su correlato en aguas profundas, o dicho de otro modo, encontramos su negativo en esa película increíble que por lo común los demás no ven, ya que acontece por detrás de los ojos, en la banda oscura. Todos los personajes de la novela son humanos, demasiado humanos, por lo que a todos les falta algo y a alguno le falta todo, y lo que sobra es solo resentimiento, material de derrubio. Si se sintiesen completos no serían humanos, porque ser humano es vivir en la carencia, mirarse los callos de las manos y preguntarse si todo esto que me acaece y que llamo mi vida es realmente mía, y si merece o no la pena, y si tiene algún sentido que la justifique o es meramente un rosario de disparates, una carta de endoso. Comprendan que las heridas que más daño hacen a menudo no se ven. Rompo pues mi lanza en pro de esta mujer, Leticia Conti Falcone, quien escribe cosas tremendas en el teatro de su bar cuando la sala está vacía, y entonces algo del fuego de sus cabellos cae sobre la tinta negra, y yo la imagino como si aún fuera una niña, poniendo color a las figuras de un cuaderno, sumando libros pero, de algún modo, inédita. Hay mucho mérito en esta pasión incombustible. Dicen los biólogos que el miedo es un valor práctico que atañe al instinto de supervivencia; pase, pero también una malquerencia con uno mismo que nos atasca en suelo ajeno y un espejo deformante que se interpone en nuestra relación con los demás. Lean a Leticia Conti Falcone. Lean …Y el miedo en la de todos, pues aquí los dardos van por la vía directa, al corazón. Ninguna modestia pero todo sentimiento. Así es ella.

 

Y el miedo en la de todos

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies